Mi lista de blogs

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viernes, 25 de abril de 2014

Recetas de autor

Para levantarte con una sonrisa debes de hacaer:

Un bol rojo lleno de:

-100g de sonrisas

-200 g de polvitos mágicos

Lo mezclamos todo a una velocidad media y continuamos:

-250g de optimismo

-100 g de ganas

Lo volvemos a mezclar todo de nuevo.

Y seguimos añadiendo

-300g de ilusión

-20g de fortuna

-Dos cucharadas de orgullo

Y lo volvemos a mezclar pero esta vez con la Thermomix, a una rápida velocidad.

Y seguimos añadiendo:

-35g de delicia

-80g de cariño

-20g de confianza en que la mezcla saldrá bien.

Volvemos a hacer lo mismo, una pizca de azúcar y zas!! Mañana ya tienes la sonrisa asegurada.

Buen día.

viernes, 11 de abril de 2014

El fuego de la memoria.

El primer día de instituto.

miedo.
terror.
angustia.
pavor.
asombro
vergüenza
nervioso
acompañada
escondida
felicidad

La noche anterior de entrar la instituto dormí muy poco; por eso cuando entré al instituto tenía mucho sueño.
Mi madre me dejó en la puerta y entré con mis amigas porque estábamos bastantes avergonzadas. Éramos lo más pequeños de allí. Cuando miré las listas había caído en la misma clase que mi mejor amiga y por eso me alegré mucho. Mi tutora me parecía simpática y me inspiró seguridad. Cuando me senté al lado de mi amiga nos empezamos a conocer todos. Mis compañeros eran muy graciosos y simpáticos, unos más que otros. Al día siguiente en el recreo estábamos muy avergonzadas, no sabíamos dónde comer y nos daba vergüenza sentarnos en algún lado para desayunar. A la vez estaba muy contenta porque conocía mucha gente, hablaba, me relacionaba y aprendía miles y miles de cosas. Añoraba mucho el colegio ya que el instituto no era igual. Al paso del tiempo se me empezó a quitar la vergüenza y empecé a tomar el instituto y las personas de allí como algo normal.

viernes, 4 de abril de 2014

Corrección de la historia de Stefani


Paula se sentía seguida, no era la primera vez. Era algo que pasaba muy a menudo y que la tenía asustada. Prefería  sentarse en un banco de algún parque ya que hacía un día especialmente bueno. Al poco tiempo de sentarse en el banco, apareció un chico aparentemente simpático.

   -¿Puedo sentarme?- Le preguntó con una sonrisa.
   -Claro, si yo ya me voy.- Contestó ella recogiendo sus cosas.
   -No hace falta que te vayas.- Contestó con seguridad.- Quédate.

Paula dejó sus cosas, no sabía exactamente por qué. Pasaron un buen rato hablando, parecía un buen chico. Al fin, Paula se tenía que ir, de nuevo, recogió sus cosas y  se levantó.
   - ¿Qué haces?- Le preguntó mirándola fijamente.- ¿A donde vas?
   -A mi casa.- Contestó Paula levantando los hombros.- Es tarde, tengo cosas que hacer, me ha encantado conocerte. Adiós.
   - Déjame invitarte a un café por lo menos.- Repuso Erick levantándose de golpe- No me lo niegues.
   - Está bien, vamos.- Dijo ella.- Hay una cafetería cerca de aquí.
   -No, yo conozco una mejor.-Dijo él.- No queda lejos de aquí.

Se levantaron y se fueron. Llegaron a un local abandonado y cerrado, aquel sentio no era una cafetería.
   -¿Qué es este sitio?- Preguntó Paula.- No parece una cafetería activa.
   - Es mi palacio.-Dijo él mientras sonreía.- Y tú serás mi princesa.

Paula no entendía nada de lo que pasaba, estaba comenzando a sentirse asustada, miraba a las paredes, grises y enladrilladas. Erick avanzó hacía ella y la tiró sobre un camastro que había ahí.
    - Te quedarás conmigo y no te irás.- Dijo con seguridad y a la vez miedo.

Desde entonces, Paula intentó huir en muchas ocasiones pero no lo consiguió nunca. Cada noche Erick la visitaba, ponía música y bailaba con su cadáver. Entonces salió a buscar una nueva pareja de baile







.Paula sentía que la seguían , no era la primera vez.Pasaba  muy a menudo y  le asustaba. Se sentó  en un banco de un parque.Hacía un día espléndido. Al poco tiempo de sentarse en el banco, apareció un chico de apariencia simpático.
   -¿Puedo sentarme?- Le preguntó con una sonrisa.
   -Claro, si yo ya me voy.- Contestó ella recogiendo sus cosas.
   -No hace falta que te vayas.- Contestó con seguridad.- Quédate.
Paula dejó sus cosas, le trasmitía mucha seguridad..
Estuvieron un buen rato hablando, parecía un buen chico. Al fin, Paula se tenía que ir. Recogió sus cosas y  se levantó.
   - ¿Qué haces?- Le preguntó mirándola fijamente.- ¿A donde vas?
   -A mi casa.- Contestó Paula levantando los hombros.- Es tarde, tengo cosas que hacer, me ha encantado conocerte. Adiós.
   - Déjame invitarte a un café por lo menos.- Repuso Erick levantándose de golpe- No me lo niegues.
   - Está bien, vamos.- Dijo ella.- Hay una cafetería cerca de aquí.
   -No, yo conozco una mejor.-Dijo él.- No está  lejos de aquí.

Se levantaron y se fueron hacía el sitio que dijo Erick.
El  sitio no era una cafetería como éste decía. Éste era  un local cerrado y abandonado. 
Empujó la puerta vieja y oxidada, entró y encendió la luz.
   -¿Qué es este sitio?- Preguntó Paula.- No parece una cafetería activa.
   - Es mi palacio.-Dijo él mientras sonreía.- Y tú serás mi princesa.

Paula no entendía nada de lo que pasaba, estaba asustada, miraba a las paredes, grises y enladrilladas. 
Erick avanzó hacia ella y la empujó sobre un camastro que había ahí.
    - Te quedarás conmigo y no te irás.- Dijo con seguridad y un poco de miedo.

Desde ese día, Paula intentaba huir, pero nunca lo conseguía.
 Cada noche Erick la visitaba, ponía música y bailaba con su cadáver.
 Entonces salió a buscar una nueva princesa para su castillo.